Sinopsis argumental.
Unos brutales asesinatos se suceden en la capital de España en el año
2015. En ellos se ve implicado el fotógrafo López, que trabaja para una revista
de sucesos. Él y su jefe, José Cruz, al investigar los crímenes, van
paulatinamente involucrándose en una trama que, a medida que transcurren los
acontecimientos, les afecta más directamente de lo que pensaban. Los distintos
sucesos en el presente se van relacionando con hechos acaecidos en el pasado de los protagonistas. Todos parecen tener un
nexo común que los relaciona con un “misterioso” personaje llamado Miguel.
La hermana del fotógrafo, Lorena, es médica forense en la Facultad de Medicina. A
través de ella conocen a un doctor centroeuropeo que se muestra muy interesado
en los homicidios. En el encuentro que mantienen con Von Müller, el doctor les
muestra, mediante un programa informático, detalles inquietantes grabados en la
piel que se observan en las fotografías de las últimas muertes tomadas por
López: un hombre, ensartado en una plaza con unas membranosas alas hincadas en
su espalda, cual estatua del ángel caído; y un afamado cantante, desollado en
el paseo del Museo de El Prado, que semeja una viva réplica de un excelente
cuadro de Tizziano, El castigo de Marsias.
Cuando parece que las piezas del puzzle empiezan a encajar, gracias a las
pesquisas de López, su hermana, Santos –un excéntrico y sabio amigo del
editor-, Cabrera –el informático de la revista- y Santacruz –un soplón a sueldo
de la policía y, al mismo tiempo, amigo de los periodistas-, Cruz desaparece misteriosamente,
poco antes del rapto de un niño que, a medida que avanza la narración, va
adquiriendo un protagonismo tangencial por su enigmática relación con el editor
y con María, una antigua novicia de un convento situado en Normandía.
Una serie de circunstancias
provoca que López y el resto de sus compañeros,
presionados por un inspector de policía y un juez de la audiencia, se vean
obligados a huir de la capital española y encaminarse hacia el majestuoso
entorno de Mont Sant Michel, famoso por su emblemático monasterio ya abandonado
en la región normanda. Allí, en el trasiego fantasmagórico de un eclipse lunar
extraordinario, se encontrarán,
inesperadamente, con el resto de los personajes involucrados en la acción, y
será donde la trama llegará a su frenético desenlace, desvelándose buena parte
de la intriga, después de conocer el pasado de los personajes, así como de atisbar
su incierto futuro.
En los epígonos, superado el clímax de la narración, el inspector Santana
llega a Mont Sant Michel acompañado de algunos miembros de la policía francesa.
A pesar de la batida de la zona para descubrir algún vestigio de lo que allí
había sucedido, únicamente encuentran, cubierta de barro por la incesante
lluvia, una simple moneda antigua, que deja una amarga desazón en el ánimo del
inspector de policía; paralelamente, transportados a un tiempo inespecífico,
concluye la historia con una descripción fotográfica que capta, como un flash
momentáneo, el ambiente brumoso y lúgubre de un cementerio normando que deja
entrever rostros y caracteres conocidos alrededor de una tumba.
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